El Jardín de Infancia de Waldorf Meniñeiros

Las facultades que determinan nuestra inteligencia,
nuestra experiencia vital y nuestra manera de
relacionarnos socialmente después de los 21 años, son el resultado de que en la 1ª infancia
nos hayan potenciado saber jugar adecuadamente”

Rudolf Steiner

En nuestras aulas conviven niños y niñas de 3 a 6 años, somos como una gran familia en la cual los niños más pequeños aprenden de los más mayores y los observan con asombro, y los más mayores ayudan a los más pequeños y aprenden a respetarlos.


El niño pequeño aprende imitando, responde a lo que ocurre en su entorno a través de un espontáneo impulso imitativo. Por este motivo, en la escuela la maestra se convierte en modelo para los niños en su conducta: sus gestos, su lenguaje, sus actitudes y las actividades que realiza.
Realizamos con los niños actividades verdaderas llenas de sentido y coherencia, dignas de ser imitadas. Hacemos con ellos una gran variedad de trabajos artísticos y manuales y tareas hogareñas y de jardín (pintar, modelar, lavar, barrer, cocinar, amasar, sembrar, regar las plantas del jardín…) que desarrollan la voluntad, la habilidad manual, la iniciativa, la paciencia, la perseverancia y la autonomía del niño.


Los niños lo observarán y luego lo  imitarán: en el caso de algunos trabajos, como el de hacer  pan, serán capaces de realizarlo también; en otros casos lo  llevarán a sus juegos y lo ejercitarán una y otra vez allí.  En nuestra pedagogía se presta suma importancia al JUEGO  LIBRE de los niños, porque este tipo de juego,  contrariamente a lo que se suele pensar de él, no es un mero  entretenimiento, sino una verdadera y seria tarea. Allí los  niños llevan a la práctica todo lo que han podido observar en  el mundo circundante, sobre todo en los adultos,  lo  ejercitan y lo experimentan.


De nosotros, los adultos con quienes  están los niños, depende si les damos un ejemplo digno de  ser imitado, un ejemplo verdaderamente humano y completo.  Es sumamente importante QUÉ HACE el maestro en la clase,  CÓMO lo hace, CON QUÉ PROPÓSITO lo hace, incluso es  importante QUÉ PIENSA, QUÉ SIENTE y QUÉ PRINCIPIOS  MORALES TIENE, ya que todo esto se vuelve perceptible  para los niños y será objeto de imitación.
Por lo tanto, el mejor aprendizaje para el niño no es el aprendizaje  intelectual, sino el práctico: lo que puede tocar, manipular,  palpar, saborear, hacer con sus propias manos y cuerpo se  queda fuertemente grabado en él porque es vivenciado y va  unido a sensaciones.

El niño en este tiempo es como una esponja, un organismo sensorial que absorbe todas las impresiones que hay a su alrededor. No tiene filtros, todo penetra en el hasta lo más profundo. Es por ello que en el jardín de infancia cuidamos todo el ambiente que rodea al niño. Por ello ofrecemos al niño materiales y juguetes de calidad, hechos con materiales naturales, que le ayuden en el desarrollo de sus sentidos.


Utilizamos juguetes sencillos, elaborados artesanalmente por las maestras y las familias, con materiales naturales que permiten al niño desplegar toda su imaginación y creatividad. Muñecas de trapo, telas de colores, animalitos de lana o madera, cestos de diversos tamaños… también tomamos para los juegos muchos materiales de la naturaleza: piñas, conchas, troncos, cortezas…


Son objetos verdaderos, hechos de materiales nobles y no de imitaciones de plástico pues, a través del tacto, el niño podrá ir reconociendo la realidad. La textura rugosa de una madera, el frío de la cerámica, la calidez de la lana, etc.


Los juguetes que empleamos están elaborados, muchas veces en presencia de los niños, que aprenden así a valorarlos y cuidarlos al haber vivido todo el proceso de elaboración.


Para las actividades artísticas usamos materiales no tóxicos hechos con cera de abeja y pigmentos naturales. Para las manualidades empleamos tejidos de algodón, lanas, maderas y elementos de la naturaleza.




Ritmo y Repetición:
La realización de las actividades se lleva a cabo a través de ritmos diarios, semanales, mensuales y anuales cuidadosamente estructurados. Como los niños no pueden darse a sí mismos un ritmo necesitan que los adultos les ayudemos conscientemente a conseguir un ritmo sano. Cuanto más rítmicamente pueda vivir un niño más sanamente se desarrollará. Estos ritmos se repiten reafirmando en el niño la seguridad de que cada vez que llega al Jardín de infancia, la secuencia de actividades será la misma (la que él espera), esto le da mucha confianza en sí mismo y en su entorno y le facilita el aprendizaje a través del hacer, contribuye a su bienestar físico.
En la estructuración del ritmo diario se tiene en cuenta la respiración del niño, actividades de expansión en donde el niño tiene libertad para hacer lo que surge de su interior por iniciativa propia, como por ejemplo, el juego creativo, son seguidas de actividades de concentración, calma y recogimiento dirigidas por la maestra, como por ejemplo corros, desayuno, cuentos.


El ritmo semanal se vivencia realizando cada día de la semana una actividad y un desayuno distintos:


Los lunes pintamos con ceras y desayunamos arroz con bebida vegetal.
Los martes amasamos pan y desayunamos pan.
Los miércoles realizamos actividades relacionadas con la época del año, con cera de abeja, lana de oveja... Y desayunamos mijo con bebida vegetal
Los jueves amasamos pan y lo desayunamos
Los viernes pintamos acuarela y desayunamos avena.


Los niños del jardín de infancia Waldorf pasan tiempo con muchas actividades artísticas diferentes, además de modelar con cera de abejas, dibujar con ceras de colores, coser y tejer con los dedos. Estas actividades desarrollan habilidades motoras finas, la capacidad de concentrarse en una tarea durante un tiempo prolongado y tejer con los dedos fomenta los conceptos básicos de matemáticas, como contar y comprender patrones de entrelazado.


Los niños que van a pasar a primaria elaboran durante todo el curso un telar que se convertirá en un hermoso estuche con el que trabajarán en primero de primaria.

El ritmo mensual lo vivencian con la repetición de  corros,  juegos de dedos y  cuentos que varían cada mes.


El ritmo anual está enmarcado por la celebración de las festividades, a principio de curso la Fiesta de la cosecha, cuando los días se empiezan a hacer más oscuros la fiesta del farol, luego la Navidad… Esto va situando a los niños en el tiempo y tan importante como la celebración de la fiesta lo es el ir preparándola y vivenciando lo que ocurre en la naturaleza.


Finalmente el ritmo diario es el siguiente:
Cuando llegan los niños se ponen las zapatillas para sentirse como en casa, la maestra ya lleva un rato en clase preparando la actividad artística. Los niños pueden incorporarse a la actividad artística o empezar el juego libremente. Todo el entorno de los niños está ideado para que puedan desarrollar juegos creativos.


En la tienda hay cestas con cordones de lana, conchas, piñas, pinzas, telas de algodón y seda, los muñecos duermen en sus cunas, hay maderas de todos los tamaños para construir, lijas para trabajar, las mesas se voltean y se convierten en barcos...el suelo se convierte en un mar lleno de pececillos y algún tiburón y así los niños dejan fluir su fantasía. Jugando el niño imita situaciones de la vida diaria, se mueve, está activo, ocupado recreando, a través de su imaginación y su fantasía, todo lo que observa y percibe de su entorno, de esta manera tiene la posibilidad de encontrar su propia relación con el mundo que lo rodea, y en el proceso muchas capacidades prácticas, sociales e imaginativas son desarrolladas, expresa lo que vive en su interior y a través del juego lo asimila y lo hace suyo.


Según las edades los juegos son distintos: hacia los 3-4 años aparece la fantasía creadora y empieza a transformarse la realidad del niño. Tiene la capacidad de transformar cualquier cosa en lo que quiera en ese momento y en seguida cambian, un palo puede ser un remo, y luego un caballo... Y hacia los 5-6 años empieza a despuntar la imaginación, y ahí hay un cambio porque el niño se imagina lo que quiere y necesita que el material que tiene sea lo más parecido a lo que ya está imaginando. Es como el despertar de lo que luego va a ser todo el proceso intelectual del pensamiento.


En el Jardín de infancia damos mucho tiempo al juego libre y proporcionamos materiales naturales poco elaborados para que ellos puedan crear.


Después del juego libre todo vuelve a su lugar, cantando una canción ya todos saben que es el momento, la maestra ordena con ellos y poco a poco los muñecos se van a dormir, los cordones se guardan en forma de caracol, los caballos a su establo.


Después llega el momento de los juegos de dedos, corros, adivinanzas, trabalenguas, la maestra canta, baila, también recita versos relacionados con la época del año.

Los niños participan con gran alegría y además de afianzar su lengua materna, experimentan los cambios estacionales que se dan en la naturaleza de su entorno. En el corro, el niño desarrolla su inteligencia, su lenguaje, su motricidad fina y gruesa, así como su capacidad de atención y escucha.


Seguimos cantando y nos lavamos las manos, llega el momento de compartir el desayuno. Todos sentados alrededor de la mesa, cantamos dándole gracias a la Madre Tierra, al sol y a la lluvia por los alimentos que nos regala. Entre todos servimos las tazas, las cucharas, las servilletas y cuando todos tenemos todo lo necesario comenzamos nuestro riquísimo desayuno que será sano, nutritivo y ecológico.


Todos colaboramos en recoger la mesa y nos preparamos para salir al aire libre, si es necesario con ropa de lluvia.


Es un tiempo de expansión para que los niños jueguen libremente, corran, salten, trepen, se columpien, disfruten de las posibilidades que les da el agua, el barro, damos de comer a las gallinas, recogemos sus huevos y a veces trabajamos en la huerta o salimos a pasear por el bosque (lleno de descubrimientos: un nuevo brote, una flor, setas, ardillas en una rama, todo está lleno de vida), en definitiva es un tiempo para que desarrollen su psicomotricidad y sus sentidos al máximo.


Luego entramos y disfrutamos del maravilloso cuento.



Unas veces será narrado, con un lenguaje no infantilizado, y otras con teatrillo de muñecos. Son cuentos de hadas tradicionales, que permiten vivir a los niños las más diversas situaciones y que después de momentos difíciles siempre tienen un desenlace feliz. Así el niño vivencia que el mundo es bueno, desarrolla su imaginación, su memoria, capacidad de expresión, logra la capacidad de escuchar y prestar atención, tan necesario en la escuela.


La hora del cuento en un aula de jardín de infantes es especialmente importante en el enfoque Waldorf para la futura enseñanza de la lectura, que desarrolla las habilidades de comprensión del niño antes que las habilidades fonéticas.


Escuchar, comprender e imaginar lo que se dice en palabras habladas es clave para la comprensión lectora futura cuando las palabras de una página deben ir más allá del guión obsoleto y convertirse en una riqueza en sus mentes.


Finalizado el cuento, cantamos una canción de despedida, cada niño recibe una avellanita y nos preparamos para irnos a casa.

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