Noticia en el diario ‘El Español’: “El colegio gallego sin libros que atrae extranjeros: uno de sus alumnos estudia con la Infanta Sofía en Gales.”
Escrito por Domingo Díaz, Lee la noticia aquí.
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La escuela Waldorf Meniñeiros se esconde entre los bosques del concello de Friol (Lugo) desde hace 20 años. Acoge todas las etapas educativas, cada una de ellas con su patio y su edificio. "Y su huerta", añade la directora Gloria Vázuqez. Dentro de estas cabañas de madera se presume de aprender sin libros de texto ni exámenes. Es el éxito de la pedagogía Waldorf, impartida a 150 alumnos cada curso en este centro.
Lo llamativo del lugar reside no solo en su método de enseñanza, sino en el entorno. En plena naturaleza, las clases tienen puertas hacia el pasillo y hacia el patio, ofreciendo salida a una especie de huerta que tiene cada curso. Si un niño se distrae mirando por la ventana puede ver perfectamente los caballos de la escuela.
Otro dato llamativo: aquí no hay campo de futbito en el centro del patio. La naturaleza es la zona de juego. Incluso, es posible que los más atrevidos acaricien al perro que anda suelto. "Tenemos cabras en el recreo, gatos, los perros...", enumera María Jesús Bernal, la jefa de estudios de Primaria a EL ESPAÑOL.
Unos 150 alumnos de todas las etapas educativas se dan cita en este entorno para aprender cada día. Otra extrañeza de este lugar es la contabilidad de los cursos, del 1 al 12. El inicial es primero de primaria y el último segundo de bachillerato. Las clases son pequeñas, el ratio siempre es menor a 20. La de primero y segundo están unidas en una sola por la escasez de estudiantes; este miércoles son 10 en total.
El éxito de este centro reside, en definitiva, en su conjunto. El método pedagógico Waldorf, con más de 100 años de historia, es en realidad su principal virtud. Se le une, también, la naturaleza. "Las familias extranjeras buscan escuelas Waldorf; los españoles, naturaleza", explica Gloria Vázquez, directora y profesora de la escuela.
Los alumnos de esta escuela estudian sin libros ni exámenes. Este método pedagógico llamó la antención de muchos cuando la princesa Leonor y la infanta Sofía se fueron a estudiar a Gales con un sistema similar. De hecho, uno de los compañeros de Sofía en Gales es un egresado de este centro de Meniñeiros. "Lo que también influyó —para que pasara las pruebas— es que es un colegio donde trabajan sin libros y los niños investigan", cerciora Vázquez.
Método Waldorf
Los centros Waldorf en España son más de 77. Se pueden encontrar en Andalucía, Málaga, Argón, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Madrid, País Vasco y Valencia.
Para el uso de las marcas Waldorf y Steiner, marcas registradas, en la revista de la escuela señalan que los centros deben cumplir una serie de pautas. Concretamente, en España solo se autoriza el uso de Escuela Internacional Waldorf. Debajo de esto, se puede incluir: "Centro de Educación Infantil y Primaria, Secundaria... basado en la Pedagogía Waldorf-Steiner".
Los profesores, además de la titulación legal, deben justificar "haber hecho la Formación en Pedagogía Waldorf-Steiner y en Antroposofía".
Este tipo de pedagogía nació hace algo más de 100 años, en Alemania, tras la I Guerra Mundial. Según la web de estos centros, Rudolf Steiner, el creador, "recibió el encargo del industrial Emil Molt de organizar y dirigir una escuela libre en Stuttgart (1919), para los hijos de los trabajadores de su fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria de la ciudad de Stuttgart".
Desde entonces, el ideal pedagógico se fundamenta en tres pilares: "Tomar como base el respeto a cada individuo en su desarrollo individual; el trabajo en equipo del claustro de maestros y profesores; y en la colaboración permanente entre la escuela y la familia".
Escuela Meniñeiros
Gloria Vázquez, directora del centro, apunta que la escuela de Meniñeiros se creó hace unos 20 años "por el interés común que tenemos algunos padres en el sistema de la enseñanza. Esto es de alguna forma para nuestros hijos. Buscábamos algo que les permitiera experimentar y vivenciar".
Vázquez señala que en este lugar los alumnos de Infantil "tejen, calcetan, construyen, modelan… Representan corros con teatrillos de la época y trabajan el vocabulario, el contar cuentos, el hacer con las manos…". Esto les sirve a posteriorí, en etapas futuras. "El desarrollo de la motricidad fina desarrolla la experiencia neuronal. Ninguno de los niños tuvo problemas de aprendizaje. Eso demuestra que infantil es muy importante".
María Jesús Bernal, jefa de estudios de Primaria, pasa a explicar su etapa, "la del sentir; el niño debe sentirlo". La docente describe cómo aquí los pequeños trabajan "al revés" que en el resto de centros. "Mediante el elemento pictórico comenzamos las clases. Cada letra tiene una historia, un cuento, unos sonidos. La hacen con lana con cera de modelar…", apunta.
"Todo lo vivencian", concreta Bernal. Vuelve a ejemplificar: "Cogen la masa del pan y hacemos las fracciones. De ahí vas tirando. Luego, se deja dormir lo aprendido y al día siguiente se repasa. Y son ellos los que con sus palabras tienen que ponerse a escribir lo que hacen".
Aquí no hay libros. "Lo hacen como investigadores", señala la directora, que opina que los niños "están deseando que llegue el día siguiente"; "son niños que tienen mucha voluntad y amor por aprender"; "son ellos los protagonistas". Entre las dos maestras comentan que todo se basa en "experimentar. Se trata de que experimenten. Nosotros buscamos las oportunidades de aprendizaje para que ellos descubran".
La siguiente etapa, que comprende del séptimo curso al décimo (la ESO para el resto de los mortales), les invita a pensar. "No decimos qué es el número pi. Con una cinta métrica miden la circunferencia y saben que les da en torno a 3,14. Estas experiencias te llevan a conocer el número pi. Luego lo escriben y crean sus propios libros", comentan las docentes.
Igualmente ocurre en Física y Química. "Ellos hacen sus experimentos. Lo que hacen los primeros días lo apuntan y lo dibujan. Al día siguiente descubren la ley. Hacen jugo de remolacha y de ahí sale la fórmula. Llegan entre todos a construir".
La etapa de bachillerato es la que comprende una educación similar a la del resto de alumnos de otros colegios. "En bachillerato ya tenemos exámenes y vemos cómo es el proceso de hacer los exámenes de la Selectividad. Es practicar y practicar. Los que llevan aquí toda la vida no tienen rechazo a los exámenes porque todo fue algo bonito. Otros tienen miedo al fracaso. Aquí no hay fracaso. Cada error es una oportunidad. Es un camino para que ellos puedan ver por qué no es así y deberíamos buscar otra manera. Es como hace un científico. Si les da la seguridad de que pueden, todos acaban encontrando el camino".
La carencia de exámenes en el resto de etapas educativas significa, en realidad, que "tenemos evaluación continua", en palabras de María Jesús Bernal. Gloria Vázquez incide: "Tenemos exámenes a diario, pero ellos no lo saben. Si alguno no lo tiene asentado, el profesorado busca momentos para estar con ese alumno y reforzarlo".
Esto no signifca que no haya suspensos. "Al verlos sabes quién ha suspendido y quién no. Las notas las ponemos, lo único que pedimos a los padres en primaria es que ellos no lo sepan. Puede que un niño haya suspendido, pero no se les hace partícipes de eso. El examen es diario y todos los días hay tareas", apunta Bernal.
Según Gloria Vázquez, si hay niños "que no adquieren lo mínimo por lo que sea, tratamos de que de alguna manera puedan adquirir lo que les está costando. Los profesores hacemos horas voluntarias por las tardes para quedarnos con ellos".
Todo esto es posible gracias al ratio de alumnos por clase. No hay más de 20 y, a veces, se unen algunas. Por ejemplo, la de Primero y Segundo, debido a la escasez de alumnos pequeños. En total, aquí son 145 alumnos, de los que la tercera parte son extranjeros. Además, existen los intercambios. El éxito de atracción a los extranjeros radica en el entorno. "Se enamoran de la escuela porque si vas a Alemania, tenemos bastante similitudes. Los extranjeros buscan: escuela Waldorf", afirma Vázquez.
Al lugar están llegando también familias de todos puntos de España. "Están viniendo familias de Andalucía, de Castilla, de Toledo… Se van desplazando personas que buscan una pedagogía distinta y gente que quiere vivir en el campo. Los extranjeros quieren una escuela Waldorf. También están los que en Lugo vieron que podían tener una educación más actualizada. Somos una escuela de integración".
"Las escuelas Waldorf están muy extendidas y tienen bastante éxito", apunta la directora. "Somos la única que tenemos la granja y que tenemos un entorno como es el gallego", asegura Vázquez.
Libros, horarios, buylling
Nada más llegar a la Escuela hay algo que llama la atención del reportero. En el interior de estos muros sí que hay libros de texto. "Son donados", apresura a explicar Gloria. "Los maestros y profesores sí consultamos muchos libros. Le damos un poco digerida la información".
La jefa de estudios explica que las asignaturas aquí son las mismas que en otras escuelas. La diferencia está en el horario. "Las desglosamos en periodos de tres o cuatro semanas".
¿Cómo? "Estamos tres semanas con lengua, tres con matemáticas… La clase principal es de dos horas, durante tres semanas, luego lo dejamos dormir, y volvemos en el segundo trimestre. Lengua y matemáticas tenemos una hora a la semana de repaso. Lo importante es dejarlo dormir. Es mágico".
Después del recreo, destaca la directora, "y fuera de las troncales, hacemos el horario normal".
Cada etapa educativa cuenta con su espacio de juego cerrado. "Atendemos mucho a la etapa educativa". Los patios se dividen por ciclo, excepto en primaria, donde también están separadas entre los de primero y cuarto y los de quinto y sexto.
Los episodios de buylling, según la directora, aquí no existen. "Eso está prohibido/no pasa", se apresuran a contestar las docentes entrevistadas. María Jesús Bernal destaca: "Tenemos niños que han venido con buylling, en mi clase hay un caso, pero no se permite bajo ningún concepto".
La directora destaca que si ocurre algún episodio en el que un alumno se mete con otro se habla con él y se le hace entender que todo conlleva una consecuencia. "No te digo que no haya niños que no quieran meterse con otros. Eso lo hablamos directamente con ellos".
Al ser una escuela de integración, aquí también se pueden encontrar niños con trastorno del espectro autista, de hiperactividad, altas capacidades... La directora destaca: "Es una maravilla ver cómo se ayudan unos a otros, cómo evoluncionan. Si ven que a uno le cuesta más, rápidamente van a ayudarles". Bernal apunta: "Aquí todos somos iguales y trabajamos al ritmo de cada uno para que todos demos el pasito".
Vázquez expone que "trabajamos la empatía y la inteligencia emocional. Cuando vienen niños de fuera les llama la atención ver cómo ayudamos y acogemos. Nuestro principio básico es que formamos personas. Lo demás viene por añadidura porque también está. Trabajamos con ellos, pero sin poner etiquetas".